Si los polinizadores desaparecen, las plantas con flores se enfrentan a un sombrío horizonte.
Declive de los polinizadores, contaminación por plásticos, cangrejos hipnotizados, grietas en el Ártico y fantasmas de aves.
🌺 Se estima que, alrededor del mundo, unas 175.000 especies de plantas con flores o angiospermas dependen en gran medida, o completamente, de los animales para producir semillas. Una alianza que comenzó hace millones de años y que explica en parte el éxito evolutivo de las angiospermas. Sin embargo, apostando por esta estrategia corres el riesgo de sucumbir si tus aliados, entre los que cabe destacar esa coalición de insectos que van desde las abejas hasta los escarabajos, empiezan a escasear. La extinción de los polinizadores, debido a diversos impactos humanos, es una de esas pesadillas ecológicas que preocupan a la comunidad científica y que se ha insertado en la mente del gran público a base de titulares.
🐝 Sin embargo, también se ha señalado que estas plantas podrían sobrevivir gracias a la autofertilidad. Una suerte de plan B mediante el cual pueden producir descendencia por su propia cuenta, usando mecanismos como, por ejemplo, la autofecundación. ¿Hasta qué punto sería viable esta salida? Un equipo de investigación internacional, con la participación de científicos de los cinco continentes, se propuso responder a esta incógnita. Llevaron a cabo un estudio para analizar experimentos realizados con 1174 especies de angiospermas de todo el mundo. Sus hallazgos son preocupantes: “sin polinizadores, un tercio de las especies de plantas con flores no producirían semillas y la mitad sufriría una reducción del 80% o más en la fertilidad”. Un resultado funesto que nos recuerda la necesidad de trabajar en la conservación de este antiguo pacto entre el reino vegetal y animal. Lo cuentan en este artículo de The Conversation 👉 Biodiversity depends on pollinators: a first estimate of how many plants rely on animals
🌊 Cada año, a nivel mundial, se fabrican 400 millones de toneladas de plástico. Parte de esta producción acaba contaminando ecosistemas, en especial los marinos. Desde el año 2020, se ha reportado que alrededor de 180 especies de aves marinas en todo el mundo han ingerido plástico. Algunos estudios han pronosticado que para 2050 el 99% de las especies de aves marinas habrán ingerido plásticos. La radiografía académica y mediática de este impacto es enorme, pero la comunidad científica aún desconoce cuáles son todas las aristas del problema. Una de las incógnitas que sobrevuelan es el comportamiento de los aditivos añadidos a los plásticos y su capacidad para bioacumularse en el tejido de los animales. Según un estudio internacional, hasta el 52 % de las aves marinas de la isla de Gough (en el Atlántico sur), la isla Marion (cerca de la Antártida) Hawái y Australia Occidental acumulan estas sustancias en sus cuerpos, cuyos efectos en la salud aún se desconocen. La investigación se realizó tomando muestras de la glándula uropígea, situada en la base de la cola, la cual secreta aceite para el acicalamiento de las plumas. Lo cuentan en este comunicado de prensa 👉 The unknown consequences of plastic’s legacy, found in seabirds around the world
🦀 Según una investigación llevada a cabo en Escocia, los bueyes de mar (Cancer pagurus) podrían verse afectados por los cables submarinos asociados a los parques eólicos. Han llegado a dicha conclusión tras realizar un estudio en laboratorio con estos cangrejos. Los resultados indicaron que con bajos niveles de electromagnetismo, los crustáceos se sentían atraídos hacia la fuente y se quedaban paralizados, o hipnotizados si se prefiere usar la metáfora, en el lugar. Mientras que con niveles superiores registraron cambios en la composición de las células sanguíneas. Este impacto podría tener efectos en la migración de la especie y en su biología, así como traducirse en consecuencias para los ecosistemas marinos y la economía que depende de su pesca. Tal y como resaltan los autores en el artículo publicado en Journal of Marine Science and Engineering, los resultados destacan “la necesidad de realizar mediciones in situ confiables” para evitar que la descarbonización de la economía se convierta en otro quebradero de cabeza. Lo cuentan en esta noticia de The Guardian 👉 Mesmerised brown crabs ‘attracted to’ undersea cables
❄️ La Last Ice Area es una gran extensión de hielo marino situada entre el norte de Groenlandia y la isla de Ellesmere, frente a la costa del norte de Canadá. La capa de hielo abarca millones de kilómetros cuadrados y puede alcanzar los 5 m de espesor. En mayo de 2020 se detectó un polinia, un espacio abierto de agua rodeado de hielo marino, del tamaño del estado de Rhode Island. Desde entonces, se ha documentado cómo ha crecido hasta ser una grieta de 3.000 km en el hielo ártico. Según Kent Moore, investigador de la University of Toronto Mississauga y encargado de la investigación, “nadie antes había visto una polinia en esta área”. Este evento es otro ejemplo de los rápidos cambios que está sufriendo el Ártico por causa del calentamiento global. Lo cuentan en esta noticia de Phys.org 👉 Scientists discover large rift in the Arctic's last bastion of thick sea ice
📸 Una pareja de pájaro carpintero real (Campephilus principalis) durante la época de cría en abril de 1935.
🐦 En 1924, el ornitólogo Arthur Augustus Allen halló una pareja de pájaros carpinteros reales o de pico de marfil en Florida. Aquel momento debió resultar muy emocionante ya que, desde la década de 1920, muchos consideraban que estas aves estaban extintas. Por desgracia, esta pareja fue cazada por taxidermistas. Posteriormente, en 1935, Allen dirigió un equipo para documentar la presencia de la especie en el bosque Singer Tract, en Louisiana. Las fotografías y vídeos tomadas en ese lugar serían uno de los últimos testimonios de estos animales. La industria maderera y la caza para colecciones de taxidermia fueron clavando uno a uno los clavos en el ataúd de la especie. En 1944 se produjo el último avistamiento claro.
Desde entonces, un goteo de avistamientos, escuchas, fotografías y vídeos han mantenido una brumosa esperanza. La mítica ave parecía a la vez muerta y viva. Sin embargo, estas pistas resultaron ser avistamientos erróneos, imágenes poco claras o pasto de discusiones académicas. La más sonada de todas ocurrió en 2005, cuando la revista Science publicó un artículo en base a un vídeo, que había tomado un kayakista en Arkansas. La falta de pruebas contundentes llevó recientemente al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos a declarar extinto al pájaro carpintero real. El funesto anuncio ha supuesto un jarro de agua fría para algunos ornitólogos, ya que no se invertirán más recursos para encontrarla. Entre estas filas, recuerdan que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza sigue manteniendo a la especie con la etiqueta “en peligro crítico de extinción”. Según ellos, existe una remota posibilidad de que aún vivan ocultos en algún lugar o en Cuba, donde una subespecie de estas aves fue descubierta en 1948.