Thwaites, el glaciar más ancho del mundo, se rompe bajo el peso de la humanidad
Cambio climático en la Antártida y el Ártico, bacterias devoradoras de plástico, contaminación lumínica y pericos del paraíso.
❄️ El glaciar Thwaites extiende sus brazos en un helado abrazo de 120 km de diámetro. Esta marca lo convierte en el glaciar más ancho del mundo. Su hielo fluye desde el continente antártico hasta internarse en el océano austral, donde una montaña submarina lo retiene evitando que se desparrame en el horizonte. Sin embargo, este gigante blanco está sufriendo los efectos del cambio climático. Cada año, pierde alrededor de 50 mil millones de toneladas de hielo, las cuales contribuyen un 4% en el aumento global del nivel del mar. Ahora unas fracturas que recorren su superficie, identificadas desde satélites, han alarmado a la comunidad científica. Concretamente, estas grietas están localizadas sobre el hielo que flota en el océano y crecen a una velocidad de varios kilómetros por año. Por tanto, amenazan con romper parte de la plataforma de hielo en cinco años. Estas heridas son la señal de que el glaciar se está despegando de la montaña submarina.
🌊 Si este escenario llega a producirse, podrían liberarse numerosos icebergs mientras el glaciar Thwaites acelera su fluir hacia el océano. De esta forma, el hielo acumulado en la tierra acabaría derritiéndose en el mar, colaborando así en el aumento del nivel del mar. En caso de que Thwaites colapse por completo, tiene suficiente agua como para elevar dicho nivel en 65 cm. Otra señal de peligro que nos alerta sobre la necesidad de actuar frente al cambio climático.
Podéis leer más sobre el tema en este artículo de Nature 👉 Giant cracks push imperilled Antarctic glacier closer to collapse
🥵 Mientras tanto, en el otro extremo de la Tierra, ha sido confirmada la temperatura más alta jamás registrada en el Ártico. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha certificado que, durante el mes de junio de 2020, la ciudad siberiana de Verkhoyansk registró una temperatura de 38 °C. La cifra, a todas luces más típica de la región mediterránea que ártica, se alcanzó durante una jornada marcada por incendios devastadores y una pérdida masiva de hielo marino, fruto de una ola de calor inusual. Lo cuentan en esta noticia de LiveScience 👉 UN confirms hottest temperature ever recorded in the Arctic
🦠 Según un estudio, realizado por investigadores de la Universidad Tecnológica Chalmers, los microbios que habitan en los océanos y suelos de todo el mundo estarían evolucionando para comer plástico. Esta es la conclusión a la que han llegado tras analizar más de 200 millones de genes, hallados en muestras de ADN tomadas en diferentes rincones. Esta investigación les permitió detectar 30.000 enzimas distintas que son capaces de degradar diferentes tipos de plásticos. Unas 12.000 de estas enzimas se encontraron en muestras tomadas en los océanos, en especial en las profundidades marinas. Mientras que otras 18.000 enzimas formaban parte de los artilugios moleculares esgrimidos por bacterias habitantes de los suelos. Este sorprendente hallazgo muestra la increíble capacidad que tiene la vida para responder a las distintas presiones ejercidas por nuestra especie. Por otro lado, también proporciona una vía para descubrir nuevas enzimas que nos ayuden a tratar con el problema de la contaminación por plásticos. En este artículo de The Guardian mencionan el estudio con detalle 👉 Bugs across globe are evolving to eat plastic, study finds
🌃 La contaminación lumínica artificial nocturna (ALAN, por sus siglas en inglés) se ha convertido en un nuevo jinete de los impactos humanos. Sus efectos sobre la fauna y flora que nos rodean están siendo diligentemente rastreados por la comunidad científica. Según un reciente estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Plymouth, la contaminación lumínica afecta a 1,9 millones de km2 de aguas costeras de todo el mundo. Además, determinaron que en estas regiones la luz artificial penetra hasta a un metro de profundidad. Si tenemos en cuenta la luz que alcanza los 10 m de profundidad, un total de 1,6 millones de km2 estarían expuestos a la contaminación, mientras que en alrededor de 840.000 km2 de costa la luz profundiza hasta los 20 m. Llegaron a esta conclusión tras trazar un atlas donde tuvieron en cuenta la información proporcionada por satélites, modelos informáticos y observaciones in situ. Esta situación tiene efectos sobre las diferentes especies marinas y es, por tanto, un potencial factor de alteración de los ecosistemas. En este comunicado de prensa podéis leer más sobre el tema 👉 Night lights: New global atlas maps out artificial light at night under the sea
📸 Uno de los últimos ejemplares de pericos del paraíso, fotografiado en 1922.
🦜 Este mes se cumplen cien años del epílogo que precedió a una extinción. El 11 de diciembre de 1921, un ganadero de Gayndah (en Queensland, Australia) llamado Cyril Jerrard anunció el redescubrimiento del perico del paraíso (Psephotellus pulcherrimus). Estas aves, coloreadas con una peleta de colores turquesas, aguamarinas, escarlatas, negros y marrones, habían sido dadas por extintas en 1915 tras un siglo XIX caracterizado por la rareza de la especie.
🥚 Los pericos del paraíso eran unas aves singulares de Australia. Perteneciente a la familia de los loros, construían sus nidos en el interior de termiteros y se alimentaban del grano producido por los pastos australianos. Pero el ocaso sobrevino cuando su mundo fue moldeado por las manos humanas. La ganadería deshizo su hábitat, los gatos introducidos hincaron garras y dientes en su carne, mientras que las brillantes plumas despertaron la codicia de los coleccionistas.
😕 Cyril Jerrard trató de advertir sobre el fatal destino de las aves. Para ello, se alió con Alec Chisholm, periodista y ornitólogo, que escribió varios textos alertando del problema. Todo fue en vano. Para la década de 1930, la especie se convirtió en otro fantasma protagonista de avistamientos poco fiables. Tal y como expresó Jerrad, la especie desapareció debido a “nuestra avaricia e irreflexión”.
🌏 En 1922, Chisholm se refirió a esta historia en su libro Mateship with Birds, legandonos una reflexión que debería guiarnos para evitar engrosar la lista de especies extintas por manos humanas: “Disputa la peligrosa idea de que algo bello es un gozo que siempre debe estar en una jaula; y desdeña, también, la creencia distorsionada de que el dedo en movimiento de la Civilización debe moverse sobre los cuerpos de 'los más hermosos y mejores' de los hijos de la Naturaleza.”
🌍 Si te has quedado con más ganas de ciencia… Esta semana, en Myrmarachne recordamos este artículo publicado en 2017: Mimulus peregrinus, una especie en pañales.
Nuestro gusto por lo bello nos ha llevado a cultivar y seleccionar aquellas flores que consideramos bonitas o dignas de estar en nuestro jardín. Algunas de las especies del género Mimulus, conocidas como flor-mono, se han ganado un hueco en nuestros corazones. Este grupo taxonómico comprende unas 150 especies, que en su mayoría se distribuyen por América del Norte. Pero un puñado de ellas, impulsadas por nosotros, han dado un salto de gigante y se las puede encontrar fuera de su hábitat en Europa o en otros puntos del globo. En definitiva, se han convertido en invasoras. Leer