Una caja de naranjas y un puñado de ácaros
Carl Huffaker ideó una serie de curiosos y poco conocidos experimentos con naranjas y ácaros para entender la coexistencia de especies antagónicas.
Una caja de naranjas y un puñado de ácaros

🐀En una entrega anterior, os hablé de George Evelyn Hutchinson, a quien dejamos reflexionando sobre ratas urbanas y nichos ecológicos. Pero antes de continuar con su historia, tomaremos un desvío. Nuestro destino es California, donde nos adentraremos en unos pequeños universos hechos con naranjas y habitados por ácaros rivales 🤨
🦟Al principio de su carrera, Carl Barton Huffaker trabajó como médico entomólogo, estudiando el uso del DDT para el control de las poblaciones de mosquitos. Sin embargo, en 1946 fue contratado por la División de Control Biológico de la Universidad de California, saltando así al mundo de la entomología agrícola 🐛
🔬 En 1958, Huffaker realizó una serie de experimentos que podemos considerar una continuación de los estudios llevados a cabo por el biólogo soviético Georgy Gause en la década de 1930. Recordemos que Gause propuso el principio de exclusión competitiva, resumido como "un nicho, una especie", tras crear micromundos de laboratorio que le permitieron observar las interacciones entre distintos organismos, como levaduras y paramecios. Aunque, para esta parte del relato, nos interesa conocer sus investigaciones sobre las interacciones depredador-presa con otras dos criaturas: Didinium nasutum, un ciliado depredador, y Paramecium caudatum, otro ciliado y presa habitual del primero 🦠
🔍En dichos micromundos, según descubrió Gause, los depredadores siempre provocan la extinción de sus presas y, posteriormente, su propia desaparición. Aunque era posible lograr mundos autosuficientes al proporcionar refugios a los Paramecium, permitiéndoles sobrevivir fuera del alcance de los Didinium. Tras estos experimentos, entre los ecólogos se aceptó la opinión de que la relación depredador-presa es autoaniquiladora. La única forma de mantener en el tiempo esta interacción sería con la migración, la cual repuebla el área, o gracias a la existencia de zonas inaccesibles para los depredadores. En este punto, Huffaker recogió el testigo de Gause. ¿Era cierto que depredadores y presas siempre se encontraban al borde de la aniquilación? ¿Existía algún escenario dónde, estando frente a frente, pudieran coexistir? 🤔

🍊En su curioso experimento, sorprendentemente poco conocido fuera de los círculos de ecología, Huffaker seleccionó dos especies de ácaros. El ácaro de seis manchas (Eotetranychus sexmaculatus) interpretó el papel de presa, mientras que la especie Typhlodromus occidentalis fue el depredador. En diferentes bandejas, el entomólogo creó diversos «universos» distribuyendo naranjas, que servirían como alimento para los ácaros herbívoros, y pelotas de goma con el mismo tamaño. El paisaje en cada universo, una docena en total, variaba. En algunos casos, las naranjas estaban agrupadas, mientras que en otros fueron esparcidas a distintas distancias. Además, a fin de controlar la cantidad de alimento disponible para los herbívoros, cubrió partes de las naranjas con papel húmedo y parafina 🍊
🟠Durante la primera fase, Huffaker liberó solo ácaros herbívoros en los universos. Observó que dichos animales migraban hacia nuevas naranjas cuando se agotaba la fuente de alimento o si el ambiente alcanzaba la sobrepoblación. En todos estos casos, las gráficas poblacionales mostraban fluctuaciones abruptas, donde los picos altos eran seguidos por rápidas caídas 📉
🟧 Para la segunda fase, Huffaker permitió en primer lugar la colonización de los universos por parte de los Eotetranychus y luego introdujo a los Typhlodromus. Puso vaselina entre las naranjas y pelotas de goma para dificultar, pero no impedir, la migración. En algunos universos, también conectó las naranjas con puentes hechos con palillos de dientes o cables, e incluso situó un ventilador cerca. El viento permitía una mejor dispersión de los herbívoros, ya que dicha especie es capaz de desplazarse por el aire usando hilos de seda 😯

📝Huffaker registró meticulosamente la población de ambas especies, analizando cómo crecían y decrecían juntas en patrones cíclicos, mientras la amenaza del colapso les sobrevolaba y terminaba por dirigirlos siempre hacia el final predicho. Parecía que, efectivamente, Gause tenía razón. Sin embargo, nuestro protagonista finalmente encontró un escenario en el que la relación depredador-presa no era irremediablemente autoaniquiladora:
«Utilizando un entorno amplio y más complejo para hacer menos probable el contacto de los depredadores con las presas en todas las posiciones a la vez, fue posible producir tres ondas u oscilaciones en la densidad de depredadores y presas. Que estas ondas representan una dependencia directa y recíproca depredador-presa es evidente.»
💡Es decir, no era necesario contar con santuarios donde las presas estuvieran a salvo de sus pesadillas o un flujo constante de ingenuos recién llegados. La coexistencia de especies antagónicas es posible siempre y cuando los ambientes, y por tanto los ecosistemas, sean heterogéneos 🤔
🌍Y esta pieza, la heterogeneidad del medio, nos lleva de nuevo a Hutchinson. Se encuentra en Palermo, visitando el santuario de Santa Rosalia, mientras observa unas pequeñas criaturas que habitan en un estanque 👀
Continuará…
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